dimecres, 6 de juny del 2007

Quiéreme Cuando menos me lo Merezca, Porque será Cuando Más lo Necesite



Este texto fue escrito por Rosa Jové en Abril del 2006 a raíz de una
petición para un hilo de un foro de http://www.clubdelateta.com donde se
tocaba el tema de las rabietas en crianza con apego. Gracias Rosa



LAS RABIETAS: "Quiéreme cuando menos me lo merezca, porque será cuando más
lo necesite"

Qué es una rabieta: Cuando nacemos, el principal plan que tiene la
naturaleza con nosotros es que podamos sobrevivir. Para ello nos "apega" con
las personas que nos cuidan, ya que está comprobado que teniendo a un
cuidador cerca vivimos más (recordad que somos una especie muy incompletita
cuando nacemos). Por eso es tan importante que los bebés nos reclamen cuando
no estamos cerca y por ello es tan importante que nosotros intentemos
satisfacer sus necesidades más importantes (alimento, sueño, higiene,
contacto.), solo así se crea un apego seguro entre el niño y sus padres: el
niño se da cuenta que tiene personas que le quieren y que le van a cuidar
pase lo que pase, y por eso será un niño feliz.



Es importante durante los primeros años de la vida de un niño dejarle bien
clarito que "siempre" estaremos con él, que "siempre" le querremos y le
cuidaremos, aunque a veces no nos guste "exactamente" lo que hace. Eso es la
base de una personalidad segura, independiente y con una autoestima capaz de
soportar altibajos y adversidades. Alrededor de los dos años (puede variar
según el niño) la supervivencia del niño está ya más garantizada (se
desplaza solo, puede comer casi de todo y con sus propias manos, es autónomo
en sus actos más vitales ..) y la naturaleza (¡qué sabia que es!) tiene otro
plan para nosotros: si al principio era "apegarnos" para sobrevivir, ahora
nos prepara para la independencia (pensad que sin independencia no
crearíamos una familia propia, y eso es básico para el plan reproductor de
la naturaleza). La independencia y autonomía es un largo camino que se va
adquiriendo con la edad y a estas edades empezamos de una forma muy
rudimentaria. ¿Cómo hace el niño para manifestar su independencia? Pues dada
su edad es una estrategia muy simple: consiste solamente en negar al otro.
Su palabra más utilizada es el "no" y es fácil de entender porque, negando
al otro, empieza a expresar lo que él "no es" porque aún no sabe realmente
lo que "es".Intento explicarme mejor: ¿Cómo se yo (niño) que soy otro y
puedo hacer cosas diferentes a mis padres? ¡Pues llevándoles la contraria!
Puede que aún no tenga claro lo que voy a ser pero así sé lo que no soy: yo
no soy mis padres, por lo tanto ¡soy otro!



El único problema para los niños, es que les conlleva un conflicto emocional
importante porque como los padres no entienden lo que pasa y normalmente se
enfadan con ellos, los niños notan que se están enfrentando a los seres que
más quieren y eso les provoca una ambivalencia de sentimientos. Eso, nada y
más y nada menos son las famosas rabietas: una lucha interior entre lo que
debo hacer por naturaleza y una incomprensión de mis padres hacia tales
actos que me provocan unos sentimientos ambivalentes y negativos. Esa
ofuscación entre querer una cosa, no entender lo que pasa y el rechazo
paterno, es la fuente de la mayoría de las rabietas. Por eso lo mejor es
dejarle claro que haga lo que haga siempre le queremos y le comprendemos,
aunque a veces no estemos de acuerdo. Muchos padres viven esta etapa con
mucha ansiedad porque piensan que es una forma que tienen sus hijos de
rebeldía, tomarles el pelo y desobediencia. Nada más lejos. En estas
conductas del niño no hay ningún sentido de "ponernos aprueba" ni hay ningún
juego de poder entre medio (bueno a veces los padres sí que se lo toman como
tal, pero el niño nunca pretende "desafiar" al adulto, solo hacer cosas
diferentes a sus padres). Si el niño lleva la contraria a sus padres es para
comunicarles algo muy importante: "¿lo ves?, me hago mayor. ¡Yo no soy tú!
Puedo querer, desear y hacer cosas que tu no quieres".

¿Qué hacemos ante una rabieta? La mejor manera de superar las rabietas la
resumo en cinco puntos

1- Comprendiendo que el niño no pretende tomarnos el pelo. Esta simple
convicción hará que seamos más flexibles con ellos (y por lo tanto se evitan
muchos conflictos). Solamente pretende mostrarnos su identidad diferenciada.

2- Dejando que pueda hacer aquello que quiere. "¿Y si es peligroso o
nocivo?" -me preguntareis-. Evidentemente lo primero es salvaguardar la vida
humana, pero los niños raramente piden cosas nocivas, ¿saben lo más
peligroso que me pidieron mis hijos cuando eran pequeños? ¡Ir sin atar en la
sillita del coche!. Evidentemente les dije que no, y no arrancamos hasta que
estuvieron convencidos, pero no me han pedido nunca nada tan peligroso.
Bueno, una vez mi hijo mayor cogió una pequeña rabieta porque quería un
cuchillo "jamonero", pero la culpa era más mía por dejar a su vista (y
alcance) un cuchillo de tales dimensiones, que él por pedirlo. ¿No? El hecho
de que quieran llevar una ropa diferente a la que nosotros queremos puede
que atente contra el buen gusto, pero raramente atentará contra la vida
humana. Lo mismo pasa con alguna golosina o con otras cosas. Si usted es un
padre que vigila que el entorno de su hijo sea seguro, es difícil que pueda
pedir o tocar algo nocivo para él. El hecho de el niño pueda experimentar el
resultado de sus acciones sin notar el rechazo paterno hará que no se sienta
mal ni ambivalente (y, de paso, evitamos la rabieta).



Evitando tentaciones. Los comerciantes saben perfectamente que los niños
piden cosas que les gustan (por eso en los grandes supermercados suelen
poner chucherías en las líneas de caja) ¿Acaso pensaba que el suyo es el
único niño que montaba en cólera por una chuchería? Si su hijo es de los que
pide juguetes cuando los ve expuestos o chucherías si las tiene delante ¿Qué
espera?. Intente evitar esos momentos (no se lo lleve de compras a una
juguetería o intente buscar una caja donde hacer cola que no tenga expositor
de juguetes ni dulces) o pacte con él una solución ("Cariño vamos al super.
Mamá no puede estar comprando cada día chuches porque no son buenas para tu
barriguita, así que solo eligiremos una cosita"). Si los mayores nos
rendimos muchas veces a una tentación (el que esté libre de pecado que tire
la primera piedra) ¿Por qué pensamos que un niño puede contenerse más que
nosotros?

4- Podemos expresar nuestra disconformidad, pero no atacamos la personalidad
del niño o valoramos negativamente su conducta. Es decir, mi hijo no es más
bueno o malo porque ha hecho una cosa bien o no. Mi hijo siempre es bueno,
aunque a veces yo no le entienda o no me guste lo que ha hecho. En este
sentido vean este diálogo: Mamá: Cariño ha venido tía Marta. Ve a darle un
beso. Niño: No quiero, mamá: ¿Cómo que no quieres? Esto está mal. ¡Eres un
niño malo! Tía Marta te quiere mucho y tú no la quieres. Mamá no te querrá
tampoco. A partir de aquí puede haber dos opciones o el niño monta una
pataleta del tipo: ¡eres tonta y tía Marta también! Y ya la tenemos liada. O
bien, ante la idea de perder el amor de su madre, va y le da un beso a tía
Marta, a lo que su madre responde: "¡Que bien! Así me gusta ¡Qué bueno
eres!" con lo que el niño aprende que es bueno cuando no se porta como él
siente y que solo obra bien cuando hace lo único que quiere su madre. Es
decir: se nos quiere cuando disfrazamos nuestros sentimientos. Ninguna de
las dos soluciones es correcta porque en ningún momento hemos evitado atacar
la personalidad del niño (eres malo) y hemos valorado su conducta (esto esta
mal o esto está bien). Si en lugar de ello hubiéramos entendido sus
emociones, a pesar de mostrar nuestra disconformidad, el resultado podría
haber sido: Mamá: cariño ha venido tía Marta. Ve a darle un beso.
Niño: No quiero. Mamá: Vaya, parece que no te apetece dar un beso a la tía
marta. (Reconocemos sus sentimientos) Niño: sí. Mamá: Cuando las personas
van de visita a casa de otra se les da un beso de bienvenida, aunque en ese
momento no se tengan muchas ganas ¿lo sabías? Niño: No. (Y si dice que sí,
es lo mismo). Mamá: ¿vamos pues a darle un beso de bienvenida a tía Marta?



Normalmente a estas alturas el niño (que ha visto que le han entendido y
que no le han valorado negativamente) suele contestar que sí. En el
hipotético caso de que siga con su negativa podemos mostrar nuestra
disconformidad: Mamá: El hecho de que no se lo des me disgusta, porque en
esta casa intentamos que la gente se sienta bien. ¿Qué podemos hacer para
que tía Marta se sienta bien sin tu beso? (a lo mejor tía Marta es una
barbuda de mucho cuidado y a su hijo no le apetece darle un beso, pero eso
no implica que quiera que se sienta ofendida). Niño: le diré hola y le tiro
un beso. Mamá: Me parece que has encontrado una solución que nos va a gustar
a todos. ¡Vamos!

5- Las rabietas se pasan con la edad. Es decir, llega un día en que el niño
adquiere un lenguaje que le permite explicarse mejor que a través del llanto
y las pataletas. También llega un día en que sabe lo que "es" y "quiere" y
lo pide sin llevar la contraria a nadie. Llega un momento en que, si no
hemos impedido sus manifestaciones autónomas y de autoafirmación, tenemos un
hijo autónomo, que sabe pedir adecuadamente lo que quiere porque ha
aprendido que nunca le hace falta pedirlo mal si su petición es razonable.
¿Cómo hacer que llegue antes este momento en que finalizan las rabietas? Por
una parte hemos de procurar que en la etapa anterior (la del apego que
explicábamos al principio) el niño esté correctamente apegado: un niño
inseguro tardará más en pasar esta etapa de independencia. Así que si quiere
que su hijo sea autónomo, mímele todo lo que pueda cuando sea pequeño. Para
adquirir la independencia se necesita seguridad y la seguridad se adquiere
con un buen apego. Una vez haya llegado a la etapa de las rabietas, hemos de
intentar que se solucionen cuanto antes. Nada de esto se dará si coartamos
su deseo de separarse de nosotros, ya que lo único que se obtiene
"intentando" que no se salga con la suya es un niño sumiso o rebelde
(depende del tipo y grado de disciplina o autoridad empleada). Normalmente
si les "ignoramos" suelen volverse más sumisos y dependientes (otro día os
explico los mecanismos psicológicos de ignorar conductas), aunque lo que
vemos es un niño que se doblega y "parece" que mejore en sus rabietas. Pero
la causa que provoca esa rabieta sigue en él y se manifestará de otra forma
(ahora o en la adolescencia). Sé que es difícil acordarse de todo ante una
rabieta infantil. Sé que es difícil razonar cuando estamos a punto de perder
la razón. Sé que es difícil, y por eso, ante la duda de no saber como
actuar, intente querer a su hijo al máximo porque él lo estará necesitando,
ya que las rabietas también hacen sentirse mal a los niños.



Quiéreme cuando menos me lo merezca porque será cuando más lo necesite" o lo
que es lo mismo: "intenta ponerte en mi lugar porque yo también lo estoy
pasando mal".



Rosa Mª Jové Montanyola ( Lleida, 1961), licenciada en Psicología por la
Universidad Autónoma de Barcelona, está especializada en psicología clínica
infantil y juvenil y en psicopediatría (bebés de 0 a 3 años). Igualmente es
licenciada en Historia y Geografía con especialización en antropología de la
crianza. Presidenta de la delegación de Lleida del Col.legi Oficial de
Psicòlegs de Catalunya y responsable de programa de salud materno-infantil
de UNICEF en Lleida, es miembro fundador del grupo de psicólogos en
emergencias y catástrofes de Cataluña, con más de treinta intervenciones,
entre las que destacan las inundaciones de Biescas o los atentados del 11-M.
Desde 1994 es la responsable del gabinete de psicología del Centro Médico
CMS en Lleida, pero dada la avalancha de niños con problemas del sueño abrió
consulta también en Barcelona. Actualmente está estudiando la posibilidad de
hacerlo en Madrid. Autora de varios artículos de divulgación sobre
psicología infantil, cursa un doctorado sobre sueño infantil en la
Universidad de Lleida. Madre de dos niños de seis y ocho años, su marido,
médico, colabora con ella en las investigaciones sobre el sueño. Rosa Jové
autora del libro "dormir sin lágrimas" Subtítulo: Dejarle llorar no es la
solución. Autor: Rosa Jové. Colección: Psicología. Precio: 17 euros. Fecha
de publicación: 25 de abril de 2006



Los trastornos del sueño infantil son para muchos padres un verdadero
problema, pero también lo son, por sus secuelas y efectos nocivos, algunos
de los métodos de adiestramiento que se emplean para regular este proceso y
lograr ¡por fin! que los niños duerman cuando sus padres así lo deciden. En
opinión de la autora de este libro, psicopediatra y especialista en el tema,
«el sueño es un proceso evolutivo y todo niño sano va a dormir correctamente
algún día». No hay que alterarlo, puesto que, en tanto que necesidad vital,
«se sincronizará con nuestras necesidades encada momento de nuestra
vida».Así pues, dejar a su hijo llorar no es la solución, porque cuando un
bebé llora es que sufre y por lo tanto necesita atención; ni tampoco lo es
prohibirle las canciones de cuna o impedirle que encuentre consuelo al
compartir la cama con sus padres. No se trata, pues, de aplicar un método o
unas normas de disciplina, sino de abordar las diferentes situaciones con
afecto y comprensión. Ello nos conducirá, como se demuestra en estas
páginas, a obtener unas noches más tranquilas tanto para los padres como
para los hijos. Como afirma en el prólogo Carlos González -también pediatra
y autor de Mi hijo no me come-. «Necesitábamos información seria y veraz
para despejar esta maraña de mitos y prejuicios (.)